A mi niño le pasó mal la semana. Se puso malo, se me enfermó todito. Mi corazón pequeño, mi niño hermoso, no nos asustes. ¿Por qué no hablas ya y dices: "no, esto no me lo den que me hace daño"? ¿Por qué seremos una especie tan indefensa, tan impotente?
La abuela te canta la canción de la luna comiendo tuna, Emiliano, te toma entre sus brazos y sigue maravillándola tu capacidad de reir y patalear como si nada te hubiera pasado, como si no nos hubiéramos estado muriendo por ti.
No te me olvidas, ya sabes, ¿no?. Mi niño encontró el final de su resistencia en tu día; pero tú ya lo sabes mujer, que estás arropada en mi pensamiento siempre y bastante.
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